Tornillos. Fe.
Y movimiento.

El párroco Markus Lettner restaura el Unimog para una buena causa.

Cuatro amigos con pasión por las máquinas. Un párroco que hace algo más que predicar. Lo que comenzó como un pequeño proyecto de apretar tornillos, hoy es una historia de amistad, y el todoterreno sobre ruedas que une a todos.

Un Unimog. Un sentimiento.

Antes, cuando oía un Unimog en algún lugar de su pueblo, su corazón latía más rápido. Y aún hoy, para el párroco Markus Lettner, ese sonido es más que un simple ruido de motor: es el sonido de su infancia, un trozo de hogar.

Su padre fue el primer agricultor de Kappelrodeck con un Unimog: el U 411 con 32 CV y volquete trilateral era una parte esencial de la granja, como el tractor o la horquilla de heno.

La fe como base.

Markus Lettner estudió ingeniería civil en Karlsruhe. Un estudio sólido, un camino claro. Pero faltaba algo. No el interés, sino la profundidad. Y así llegó la decisión de estudiar Filosofía y Teología: no como una ruptura, sino como una ampliación. «Hay algo más que técnica. Pero la técnica sigue siendo parte de mí».

Al servicio de la comunidad.

En su servicio como párroco, a menudo necesita soluciones prácticas para las más diversas tareas. Los amigos le dieron un consejo: consigue un Unimog. Y al poco tiempo, había un Unimog U 406 en la casa parroquial. Restaurado y cuidado por él mismo, hoy en día es una máquina que se pone manos a la obra cuando más se necesita, ya sea para trabajos con la madera en el bosque de la iglesia o simplemente para dar una vuelta. Markus Lettner cuenta entusiasmado: «Otros compran vehículos caros y disfrutan del placer de conducir: yo, además del placer de conducir, tengo un vehículo tractor realmente bueno».

Ahora también posee un segundo modelo: un Unimog U 421 Cabrio. Ambos vehículos tienen nombre. Ambos le recuerdan a las personas que dieron significado a su vida. «Cuando conduzco con ellos, a menudo pienso en las historias que hay detrás», nos cuenta Markus Lettner.

Técnica con personalidad.

El Unimog U 406 se llama «Freddy», el nombre del padre de Markus Lettner. 84 CV, con motor de seis cilindros OM 352: Freddy es una máquina que se pone manos a la obra cuando hace falta. 

El Unimog U 421 Cabrio lleva el apodo de «Nenimoggerl», y cuenta con 52 CV de un antiguo motor de turismo, el OM 621. Ligero, abierto, encantador. No es un animal de trabajo. Es un vehículo con carácter.

Juntos, todo es posible.

El párroco Markus Lettner no aprieta tornillos solo. A su lado están Bernhard Schönsteiner, Reinhold Eberwein y Helmut Pawlik, hombres con diésel en la sangre y pasión por el trabajo manual.

Bernhard Schönsteiner, ingeniero de ventas de la región, conoció a Markus Lettner tomando una cerveza después del trabajo. Empezaron a hablar y descubrieron su pasión común por el Unimog. El primer Unimog lo conoció Bernhard Schönsteiner a través de un contacto en Coburgo: una compra que selló una gran amistad.

Reinhold Eberwein, mecánico agrícola y de construcción de formación, aporta experiencia técnica de su formación y se mostró entusiasmado en cuanto vio el Unimog: «¿Puedo participar en la restauración?» Pronto se pusieron manos a la obra en el banco de trabajo, soldaron chapas, se quejaron por el óxido, y más adelante incluso volaron juntos a África para reparar tractores de forma voluntaria. Su taller sigue siendo el punto de encuentro, cálido y lleno de ideas.

Helmut Pawlik, ingeniero de pruebas y perito automovilístico, se unió a través de la parroquia. Acompañó técnicamente cada proyecto hasta la aceptación con el distintivo H, de vehículo histórico.

Los amigos ya han restaurado cinco Unimog juntos, y han compartido innumerables horas. Su pasión: apretar tornillos. Su motor: reírse. Su misión: ayudar.

Pasión por el detalle. Y que pase el siguiente.

Para el párroco, existen paralelismos entre la técnica y su fe. «La restauración requiere paciencia. A menudo, las cosas no funcionan de inmediato. Hay que buscar, aprender, comprender. Del mismo modo crece la fe: con tiempo, con amor, con dedicación».

El Unimog U 1500 fue un proyecto muy especial. Los cuatro amigos lo restauraron por completo y luego lo vendieron. Los ingresos se destinaron a un proyecto para niños rurales en Sudáfrica y a un pueblo de leprosos en África. «Da gusto cuando las cosas que creamos juntos ayudan a los demás. Sienta bien».

¿Unimog? Una y otra vez.

Si hoy tuviera que decidir de nuevo, asegura Markus Lettner, volvería a elegir los mismos vehículos: «Con el Unimog U 406 y el Unimog U 421 he vivido experiencias que nunca olvidaré». Al final, se trata de mucho más que de la técnica. Se trata del sentido. Y de la fiabilidad. Justo para eso, el Unimog es el compañero perfecto.

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