El párroco Markus Lettner restaura el Unimog para una buena causa.
Cuatro amigos con pasión por las máquinas. Un párroco que hace algo más que predicar. Lo que comenzó como un pequeño proyecto de apretar tornillos, hoy es una historia de amistad, y el todoterreno sobre ruedas que une a todos.
Un Unimog. Un sentimiento.
Antes, cuando oía un Unimog en algún lugar de su pueblo, su corazón latía más rápido. Y aún hoy, para el párroco Markus Lettner, ese sonido es más que un simple ruido de motor: es el sonido de su infancia, un trozo de hogar.
Su padre fue el primer agricultor de Kappelrodeck con un Unimog: el U 411 con 32 CV y volquete trilateral era una parte esencial de la granja, como el tractor o la horquilla de heno.