Un hombre, una pasión: Bernd Schmeiser vive y trabaja para Unimog.
La fascinación por el Unimog es algo que algunos aprenden desde la cuna. Pero que incluso varias generaciones de una familia dediquen no solo su tiempo libre, sino también su profesión a este versátil vehículo de gran tradición es algo que no se ve todos los días. Este es el caso de Bernd Schmeiser que, en su trabajo en Wörth, participa en el montaje de nuevos Unimog y, en su tiempo libre, se dedica a su propio Unimog, que él mismo ha convertido en caravana con mucho cariño.
De la cuna al taller.
El Unimog es sinónimo de calidad sin compromiso, desde hace décadas. Y Bernd Schmeiser se encarga de que siga siendo así. Este simpático hombre de Baden procede de Staufenberg, un idílico pueblo de la Selva Negra, cerca de Gernsbach. Su padre trabajaba como exhibidor en la fábrica cercana de Unimog, en Gaggenau, y, en sus viajes de negocios, llevó la fascinación por el Unimog a toda Europa, e incluso a China y África. Más tarde, el padre de Bernd compró un Unimog propio U 411 para trabajar madera, segar y realizar actividades de transporte. Todo esto despertó el interés de Bernd y sus hermanos.
Para mí, no existía nada más. Quería reparar el Unimog o trabajar en él.
Bernd Schmeiser, asistente de procesos y supervisor jefe de la planta de Mercedes-Benz Wörth
En el año 1986, Bernd comenzó su formación como técnico de montaje de automóviles, también en Gaggenau. En cuanto quedó libre un puesto en Unimog, cambió a la legendaria nave industrial en la que se fabricaba el todoterreno. Acumuló experiencia tanto en el taller de desarrollo como en producción y trabajos de repaso. Vivió la mudanza a Wörth, como numerosos modelos del Unimog, y también el rápido desarrollo técnico de Mercedes-Benz Special Trucks.
Hoy en día, Bernd es supervisor jefe y asistente de procesos de montaje final: se encarga de que todos los Unimog que se fabrican se encuentren impecables. Y si algo falla en algún punto, está listo para coger él mismo las herramientas.